domingo, 14 de noviembre de 2010

Noche de San Juan

Y digo como aquél o aquélla
entre las flores:
¿A dónde te escondiste,
amada, y me dejaste con gemido?
Como gacela huiste,
habiéndome herido;
sali tras ti, clamando, y eras ido?
Y sigo entre los vientos, las prisas, los sudores:
Pastores, marineros, antiguos astronautas, mis amigos,
allá, por los océanos de trigo,
o por los campos del mar, o del cielo el estío,
acaso apareciera, por azar o ventura,
como un dios derrotado, o un mendigo,
aquel que yo más quiero.
Decidle que adolezco, peno y muero.
Buscando mil amores,

iré por esos montes y riberas;
probaré sus olores,
amaré sus quimeras,
cruzaré continentes y fronteras.
Y arrecia la tormenta del verano
y en el fragor del trueno y la aventura
pregunto a las pequeñas criaturas:
¡Bosque hermano, madre mar, cielo suave,
hollados por la planta del amado,
poblados de gnomos, de peces, y de aves,
de sol bien adobados,
decid si por vosotros ha pasado!
Y allí que me contestan los sones engañosos del silencio:
Jirones derramando,
pasó por estos seres su hermosura
y yéndolos mirando,
con sola su figura,
temblando los dejó con su locura.

Y digo para mí, oscurecido
pues siento que me enfango en el olvido:
¡Ay, quién podrá sanarme,
acaba de entregarte ya postrero,
no quieras evitarme
jamás, ya, mensajero
pues siempre tu me dices lo que quiero!
Y todos cuantos duermen
en ti se van metiendo
y todos más me sienten
pues yo ya estoy viviendo
en ti, y quedo amaneciendo
Mas, ¿cómo perseveras
si vuelas, no viviendo donde vives,
y yendo a las afueras
del mundo que recibes
frente a lo que de mí en ti concibes?
¿Por qué, pues, no has llegado
al viejo marinero y le sanaste?
Y pues me lo has robado,
¿por qué aquí le dejaste
y no tomas el robo que robaste?
¡Apaga los volcanes
que siento ya rugir en mis entrañas,
pues veo mis afanes
ir de aquí para allá en las montañas
cubiertas de escondidas alimañas!
¡Oh, luna blanca, inmaculada, plena,
si en tus rostros inmensos, plateados,
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!

Apártalos, amado naufragado,
hermano enamorado,
criatura del viento y de la espuma,
último dios que cruza la frontera,
la del mar, la del tiempo, la del aire.
Me encuentro agazapada en la ladera
del océano, perdida entre la bruma.
Quiero saltar, volar, hacer locuras,
sin parar, sin descanso, ni fatiga alguna,
quiero remontarme a tanta altura
que Andrómeda sea mi amiga
y el errante cometa del amor mi cura.
Apártalos, amado naufragado,
hermano enamorado,
ven de vuelo conmigo
al infinito.
Vamos juntos, volando amando
tentando las estrellas
derramando los cuerpos celestes en cascadas
abriendo la matriz del mundo en mil miradas.
Ven de vuelo hacia dentro.
Vulnerado:
Herido.
Reposa en mí,
y yo en ti.
Como ciervos-palomas
escondidas.
Ya asoma el otero
de mañana nueva
y año nuevo, nuevo.
Ya el aire común de nuestro vuelo
es nuestro lecho común
y somos uno.


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