domingo, 14 de noviembre de 2010

Meca-mística (Idea filosófica motriz de mi técnica de transmisión emotiva de nuestra cultura) (1959)

Toda nuestra vida humana individual constituye en su conjunto una sola explosión al ralentí.
Nos encontramos incorporados en un juego mecánico invisible espacio-temporal complejo biológico, caminando hacia la Unidad centrífuga. El SER de las Galaxias.
En este gran proceso humano, a nuestros contemporáneos concretamente les toca vivir el instante del descubrimiento y aplicación de la mecánica automática y electrónica: El instante de la explosión electrónica de las comunicaciones humanas, el instante del gran estirón sensorial del Yo hacia mi prójimo.

Yo creo que una entraña de la Unidad que hoy apetecen los pueblos, que ya se presienten prisioneros mutuos del gran complejo mecánico invisible, estriba en la señalización que en la actualidad se está estableciendo en la nueva cortical magnética de un cerebro electrónico traductor girante de los instintos de las gentes condicionados por paralelos y meridianos diferentes.
Para nosotros es hora de repetir campeones, de difundir prototipos de humildad triunfantes sobre las olas del tiempo.
El español es para mi juicio un individuo infrarrojo y ultravioleta, realista y místico. Su latido es solitario y profundo como corresponde a nuestra topografía. No sabe de la técnica al uso naufragada ya entre Technicolores domesticados como los productos del maquillaje Max Factor. Y gracias a eso, a que no entró en esa decadente normalización, que no se le encasilló para apretar tornillos ni se le cortaron los pies y la cabeza para mejor caber en su celdilla técnica industrial, hoy se encuentra en condiciones de contagiar por TV sus soledades colectivas.
Creo que es buena hora para el amante poeta místico descalzo ascendiendo con los pasos verticales de su pecho al monte de la alegría.
Creo que no es hora de luces marchitas y sí de ardores de ciega sustancia que nos hagan ascender y salir del pálpito de este valle vital de las diferencias hacia la serenidad, que nos ayuden al tránsito entre el infrarrojo monocelular y el ultravioleta en la cero gravedad.

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