martes, 9 de noviembre de 2010

Teoría de la visión táctil

Nota documental - Tanto la versión en inglés presentada por Val del Omar en la reunión de la UNESCO, en Tánger, septiembre 1955, como la versión en francés para el Congreso Internacional de la Técnica Cinematográfica, en Turín, octubre 1955, adolecen de simplificaciones y errores de traducción. Sin embargo, hemos conseguido reconstruir el texto original e incluso ampliarlo gracias al artículo escrito por Val del Omar en octubre del mismo año, “Teoría de la Visión Tactil”, publicado en la revista Espectáculo,Madrid, nº 132, febrero 1959, p. 28.

Resumen:
El autor pone en evidencia la importancia del! factor tactil en la visión: los ciegos, los murciélagos, el radar, envían una señal y la reciben reflejada bajo la forma de eco. Para ver necesitamos los ojos y la luz, lo que hace que estos dos elementos sean complementarios.
La luz tactil es una energía que, reflejándose, nos dará noción de la sustancia y de la temperatura vital de cada objeto iluminado. El artista que utiliza el artificio de la luz, debe dejarla caer sobre los objetos, expresar con la luz la sensación tactil que producen cuando los tocamos: la reacción.
Cuando a un niño por primera vez se le enseña un objeto cualquiera, aunque sea un carbón encendido, instintivamente echa la mano para! cogerlo. Cuando a un guerrero se le señala el lugar de su enemigo, inmediatamente, si le es posible, echa los brazos de su telémetro de campaña para localizarlo.
Cuando uno cualquiera de nosotros mira un! objeto para adquirir conciencia de su forma, orienta sus ojos en coincidencia sobre tal objeto. Lo palpa con dos superficies sensibles (sus retinas) para que entre las dos, y por diferencia! entre ellas, le den noticia de la forma y de la distancia a que éste se encuentra. Los tres, el niño, el guerrero y nosotros, estuvieron inspirados en el mismo inicial impulso: cogerlo, dominarlo, asimilarlo.
En el fondo del niño que ve un objeto, se levanta "el instinto de posesión" que ordena el movimiento del brazo y el de hacer de garra a su mano.
En el fondo del guerrero que ve su objeto o su "objetivo", este movimiento se hace más complejo. No se trata de echarle mano o atenazarlo. Hay que comprobar la "temperatura” moral del enemigo, su capacidad y voluntad de reacción. Y hay que tener certeza de lo que vamos a coger en "sustancia". Si aquello es, en efecto, un polvorín o son unos simples cartones de distracción. El guerrero tiene que ser un "táctico". Ha de tocar. Debe entrar en previo contacto. El guerrero ya debe tener visión tactil que le descubra la temperatura y sustancia de su objetivo.
La palabra relieve y la cosa o concepto mismo del relieve no llegaron nunca a plantear a fondo la satisfacción de nuestro instinto de posesión. El relieve quedó en una buena perspectiva pictórica, o en un alto relieve, o en un escenario corpóreo, o en una arquitectura de superficies.El relieve, en el mejor de los casos, quedó en relieve. Pero el relieve ya hemos visto que no es el objetivo de nuestro instinto.
Todos los sistemas ópticos que se orientan al relieve, suponiendo que éste se lograra sin grandes perturbaciones y para efectos colectivos, no llegarían al fondo de la cuestión.
Mi teoría de la Visión Tactil tiene el siguiente planteamiento: Sin ojos no vemos, sin luz no vemos, ojos y luz se complementan. La sensibilidad óptica se complementa con la energía lumínica. El relieve, hasta ahora, se buscó por el camino de la óptica y no por el de la lumínica.
De estos dos factores de nuestra visión, el óptico está casi inmovilizado en su progreso técnico, mientras que el lumínico está libre de trabas.
La pantalla colectiva del cine es una sola "retina gigante", un solo eje óptico sin la posible psicovibración de nuestros dos ojos sobre los volúmenes iluminados.
En mi reciente película La Gran Siguiriya he intentado establecer plásticamente el tiempo por medio de la luz, convirtiendo en palpable la vibración luminosa. No buscaba el relieve, sino la plástica del tiempo en el palpitar del Ser en el que estamos sumergidos.
El tacto es un sentido que puede llevarse por arco reflejo a la vista si la luz acierta a tocar los objetos que ilumina orientada por el instinto de posesión.
La luz, que nos descubre el mundo palpable, sirve para palpar. El instinto femenino aprovecha los tejidos que por sus dibujos o brillos disimulan o acentúan el busto. Los tejidos de raso y seda, mediante la luz, acentúan los encantos femeninos, y la mujer los emplea para ser palpada por quienes la miran.
En las profundidades submarinas donde no llega la luz, los peces con su fosforescencia la producen, y con sus tentáculos consiguen suplirla con éxito. Los ciegos, los murciélagos y el radar "palpan" acudiendo a sistemas tactiles pulsatorios para suplir a la óptica. Mandan una señal y reciben la reflexión de ésta en forma de eco.
La luz actualmente alumbra los objetos. En el mejor de los casos los ilumina con cierta técnica. Y hasta puede programar una "arquitectura" y un "clima", pero la cosa no pasa de ese punto.
La luz tactil produce, por reflexión, la visión tactil. La luz es una vibración y sus colores son !as distintas longitudes de onda de esta vibración.
La visión tactil ha de producirse como consecuencia de una supernatural visión. Esta super-visión ha de provenir de una nueva iluminación pulsatoria. Yo me fijé en la luz como vibración, palpitación, latido, diferencia, desnivel, base vital. Y hay que hacer visible ese esencial latido. Hay que aprovecharlo y convertirlo en psicovibración para sustituir con él (en el caso televisión/cinema) la psicovibración de nuestro normal telémetro óptico. Hay que convertir la luz en vibración palpable. Con la frecuencia, descender hasta el umbral de nuestra percepción retiniana. Hay que realizar una iluminación pulsatoria.
Esta iluminación pulsatoria puede constituir el artificio de una super-visión. De una visión original que, aunque presentida, jamás se manifestó como una realidad de nuestra visión natural.
Hay que convertir a las distintas luces que inciden en una escena en distintos pinceles palpitantes, en dedos sensibles a las superficies que palpan, hay que saber expresar esa sensibilidad reactiva.
Hasta ahora la luz ha servido para iluminarnos. Golpeando los cuerpos, es reflejada sin reacción por su parte. Los cuerpos, con las distintas frecuencias de sus superficies reflectantes, nos han ido indicando su color. Y eso es todo.
La luz tactil es una energía enviada para producir una resonancia, no en las superficies, pero sí en su esencia. Es una energía que reflejándose, nos dará la noción de la sustancia y de la temperatura vital de cada sujeto iluminado.
El artista de la iluminación tactil será aquel que acierte a expresar, por medio de un artificio pulsatorio y múltiple, aplicado a sus lámparas, la visible noticia de la sustancia y temperatura vital de cada objeto iluminado. El artista que haga uso del artificio de la luz pulsatoria, sin dejar caer las luces sobre los sujetos, debe expresar por medio de la luz, la sensación tactil que esos !ujetos producen cuando los tocan: la reacción. Porque la reflexión se convertirá en reacción por su temperamento.
Frente a una tabla de un pintor primitivo, Velázquez se contrasta al traernos noticia de la "atmósfera", cosa que los primitivos no sentían necesidad de transmitir. Igualmente en cinema sólo transmitimos hoy noticia de la superficie. En pintura existe un cubismo soñado por un hombre de Málaga. Yo conozco a otros escultores que tienen gana de expresar "lo que hay dentro". Yo siento necesidad de tomar el pulso y la temperatura. Yo quiero palpar, medir, adquirir conciencia plena y, aunque esta ambición tiene una frontera espaciotemporal, yo sé que hoy no utilizamos los grandes recursos técnicos que en nuestro caso, por ejemplo, la electrónica, nos brinda en luminotecnia. El Museo del Prado es un buen exponente de nuestra inquietud desde la Cueva de Altamira.

Concretándonos: La Visión Tactil es un lenguaje pulsatorio elevador de la sensación palpitante de todo lo que vive y vibra. Naturalmente, se apoya en la reflexión parcial y variable de la luz en las superficies, pero esa luz es empleada como energía enviada a resonar de acuerdo con la sustancia y temperatura vital de los objetos.
El arte de esta nueva visión tactil consiste en la interpretación que ha de realizar el artista luminotécnico valiéndose de un sistema de iluminación pulsatoria variable en ritmos, intensidad, color y lugar. La iluminación pulsatoria oscila entre la frecuencia de una red de energía eléctrica alterna local (50 ó 60 ciclos) y la modulación melódica que envuelve y estiliza a toda la representación visual. Su unidad central puede formularse aproximadamente en un impulso durante un segundo de tiempo. Virtud del manipulador o artista será centrar este impulso hasta sincronizarlo, unificándolo con el ritmo cordial de la mayoría de los espectadores. Esta será una buena base propicia a la simpatía. El espectador, envuelto ampliamente por pulsaciones variadas y simultáneas, desbordado por el complejo de ellas, quedará siguiendo las líneas de movimiento perceptivo según nuestro programa. El orden y las posibilidades de combinación de estas pulsaciones, en cierto modo están sugeridas por las leyes musicales, cromáticas y luminosas, aunque estoy seguro de que en esta técnica nos aguardan hallazgos que dictarán su propio lenguaje.

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